Introducción



Reinventarse

 

Hace tanto calor que esa hoja en el parabrisas me trae a la conciencia de que estamos en otoño. De hecho, aún no me he vuelto a acostumbrar a llevar corbata después del tránsito veraniego sin ella. Esa hoja me hace mirar al cielo con otros ojos mientras aguardo la luz verde. Dos calles más y llegaré. Me estoy jugando hoy casi tres meses de trabajo. Todos los preparativos del cuatrimestre. Y la ciudad y su ritmo diario me han hecho perder el tempo estacional.

Como si fuera una goma elástica el verano se ha estirado y, en cambio, tengo las vacaciones muy lejanas en el recuerdo: Aún no llevo el traje con comodidad a pesar de que no me recuerdo a mí mismo en chanclas y bañador.

El arranque con el cuchillo entre los dientes de mis vecinos laterales me obliga a mirar el verde del semáforo. Con un poco de apuro, para no desentonar con la orquesta de ruido de mi alrededor, también me pongo en marcha. Pero hay algo en mi que quiere resistirse. Hay algo en mi que no acepta volver a hacer las cosas como antes. Me niego a la idea de volver a arrancar y llevar el ritmo y ejecutar todo de ese modo como lo hacía en primavera. No quiero obviar el verano que he pasado. No quiero olvidar todo lo que he aprendido, no sin cierto sufrimiento, a lo largo de toda la canícula. Quiero recordar siempre a ese que me he encontrado a lo largo de la travesía en el desierto. A ese otro yo que he reconocido en mí y que me ha cambiado la vida.

Los cambios se dan en unidades imposibles de medir. Y a pesar de esto, yo me he visto cambiar. Y no quiero olvidarlo.

Algún día, este texto que acabas de leer, espero que se vea publicado en algo más que este blog.

Fulla

Todas las culturas tienen la tradición de celebrar los solsticios: Hay ritos para la entrada del verano y para la del invierno. Manifiestan los dos movimientos personales principales: La introversión y la extroversión.

Llega diciembre y fin de año y parece que todo el mundo hace un viaje introspectivo. Reflexiona, se acerca a la familia más íntima, se hacen buenos propósitos… Y llega junio y con él la calle, las relaciones tienden a expandirse…

Con los ritos celebrados a lo largo del tiempo aparecen los mitos: La epifanía y el fuego son algunos de los varios que cada época tiene.

Con el fuego limpiamos. Quemamos lo inservible. Lo que no se usa. Es renovación.

Con la venida de los magos de oriente reflexionamos sobre nuestra conducta. O deberíamos hacerlo. Y nos planteamos lo que deseamos; que queremos obtener; nuestras nuevas metas. Es renovación.

Siempre la clave es la renovación. Estamos en una época que constántemente redescubrimos la sopa de ajo. Porque estamos permanentemente olvidando lo que nuestros ancestros ya sabían. Siempre es la renovación y ahora lo llamamos reinventarse. Ya ves: La sopa de ajo que los abuelos de nuestros abuelos ya hacían.

Sea hacia adentro o hacia afuera, los ritos y sus mitos nos plantean cambio.

Pero la primavera y el otoño no son nada. Meras transiciones. Como mucho te aceptaré que son transiciones bien planteadas. Mmmmmm vamos a ver: La primavera, las flores, la manifestación de la vida… Ok. Vale: Celebremos pues el día de la madre como símbolo de vida, fertilidad y todo eso. Preparémonos para la explosión llamada verano. Yyyyyy ¿otoño? Pues preparémonos para la introspección del invierno… Y que mejor que recordando a los difuntos. Y preparémonos para esa “introspección” hacia lo nuestro, lo familiar, lo íntimo llamada Navidad.

Personalmente creo que la primavera y el otoño son lo mismo. Exactamente lo mismo. Piensa que el tiempo atmosférico que hace en otoño… si viniera de estar todo muerto como en invierno, provocaría el mismo estallido de vida que la primavera.

Lo que ocurre es que… …el verano lo quema todo. Las cosas empiezan a morir en otoño porque el verano las quemó. No culpes al otoño: El 90% de la gente escoge otra estación del año como preferida.

No se que día ni a que hora entrará o entró el Otoño. Siempre me ha hecho gracia eso. Como si fuera fácil apreciar alguna diferencia entre el momento 11:03 y el momento 11:05. Y es que, efectivamente, los cambios se dan en unidades imposibles de medir.

Por eso cuando uno cambia… …y lo nota, eso… …eso es un hito. Y debe celebrarse. Porque celebramos las cosas para no olvidarlas. Porque no olvidarlas nos acerca al nuevo cambio que vendrá. Sí, nos acerca, porque no olvidar lo que vas cambiando te ayuda a eliminar los miedos.

Esos que tienes al nuevo cambio que vendrá.

Y cuando venga, ya sabes, todo saldrá bien.

Te abrazo

Gestión del Tiempo –Time Management

 

Me gustaba provocar así:

Si te quedasen tres meses de vida ¿Qué harías?

Si no lo sabes, quizá contestar a esto te sea más fácil:

¿Estarías haciendo lo mismo que estas haciendo ahora?

Corría el año 91 cuando di el primer curso. “Como aprovechar el tiempo en la gestión directiva” se llamaba. Y había un momento en él, que con estas preguntas, se generaba uno de los debates.

Recuerdo que cuando estaba a punto de finalizar ese primer curso, me pregunté a mi mismo: ¿Les habrá gustado? ¿Les habrá servido? ¿Les será útil todo lo que de aquí se llevan? Y otra cosa: ¿Tendré la oportunidad de volverlo a dar este curso?

Empezó siendo un curso de doce horas que rápidamente pasó a ser de ocho para poderlo “exportar”: Poderlo dar en una jornada en cualquier parte. Cuando llevaba más de 1000 horas impartidas, dejé de contarlas y me dispuse a montar un “formación para formadores” para quien lo quisiera dar. Y lo regalé.

 

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Veinticinco (25) años después, y a lo largo de todos estos dieciséis (16) que lo hago profesionalmente, sigo haciéndome las mismas preguntas: ¿Les habrá gustado? ¿Les habrá servido? ¿Les será útil todo lo que de aquí se llevan? Y otra cosa: ¿Tendré la oportunidad de volverlo a dar este curso? De un tiempo a esta parte, unos tres o cuatro años, en las despedidas de los cursos, un pensamiento recurrente acude a mi cabeza mientras concluyo: ¿Será éste el último?

Mientras llega (porque algún día lo será) me pregunto y te pregunto:

¿Qué legado que quieres dejar?

Imagínate por un momento: Tienes 90 años. Un buen estado de salud y una mente aún aguda y despejada. Es un momento vacacional en el que compartes tiempo con algunos familiares. Niños, nietos, bisnietos… …están por todas partes. Tú, observas toda esta actividad en torno a ti sonriendo por dentro: El fruto de tu vida está ahí, con un poquito de ti en todas partes.

Te tomaste tiempo para enseñar a tu familia los principios y valores que realmente importan. Hiciste todo lo posible para transferir toda esa sabiduría que a ti también te habían transmitido. Incluso creaste historias familiares y leyendas para ayudar a transferir esa sabiduría. Esas historias que son contadas de generación en generación. Esas historias que hacen a tu familia fuerte, única y capaz de resistir las embestidas que la vida da.

¿Cuáles son esas historias? ¿Cuál es ese legado que quieres dejar? ¿Cuáles son esas palabras que, en frases cortas, son la guía que ayudan a cada miembro de la familia a tomar decisiones cruciales en su vida?

Sentado en el porche de tu casa de vacaciones, oyes a dos de los bisnietos hablando. Ellos son primos segundos de dos diferentes partes del país, y que se ven entre sí sólo una vez al año.

El mayor, de 12 años, comienza a hablar al de 9 años. Y le dice: "¿Sabes lo que significa la historia de nuestra familia?" El de 9 años, dice: "Siiiiiiií, pero dímelo otra vez."

Ahora estás sonriendo con tu corazón agradecido al escuchar las tres palabras que componen tu legado.

 

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Pregunta: ¿Cuáles son tus tres palabras? ¿O cuáles querrías que fuesen?

La vida de las personas tienen varios límites. Si te quedaran tres días de vida, ¿Dejarías de fumar y harías dieta? No, porque nuestro objetivo a corto plazo en la vida es el placer.

Si te dijeran que tienes tres meses, querrías irte de viaje, vivir experiencias que nunca has vivido. El objetivo a medio plazo en la vida es descubrir lo extraordinario.

Pero ¿y si te dicen que te quedan tres años? ¿Priorizarías el placer? ¿Te irías a la caza de nuevas experiencias? … … Probablemente, pasarías más tiempo con tu familia y te encargarías de enseñar lo que haces en tu trabajo a tus sucesores. Es decir que nuestro objetivo a largo plazo en la vida es la rutina. Las personas que valoran la rutina no viven estresadas. No les atrae el placer inmediato ni las experiencias efímeras, sino que quieren devolverle a la vida lo que la vida les ha dado hasta ahora.

En eso estamos.

Te abrazo.